La fibromialgia es una enfermedad de etiología desconocida y de difícil
valoración clínica. Se cree que afecta a entre el 2 y el 3 % de la población,
siendo el 90% de las afectadas de sexo femenino. Se presenta en edades cada vez
más tempranas, y se ha llegado a observar incluso en niños. Su principal
sintomatología es dolor músculo-esquelético generalizado y fatiga. Su causa es
de origen desconocido, aunque pueden existir antecedentes traumáticos físicos
(sobre todo cervicales) o emocionales e infecciones de repetición, y no se
descarta que existan factores genéticos.
El diagnostico de la fibromialgia es incierto. El principal criterio
diagnostico, según el A.C.R. (American College of Rheumatology) es el dolor a
la presión en ciertos puntos del cuerpo y el dolor generalizado de tres meses
de evolución, descartándose otras patologías. Bioquímicamente se ha detectado
un déficit de neurotransmisores como la serótina (relacionado con la
depresión), la dopamina o la norepinefrina. Por otra parte, la fibromialgia viene
acompañada de todo un cortejo de manifestaciones que hacen todavía más difícil
su individualización. Entre ellas encontramos la debilidad generalizada,
dolores musculares difusos, dolores articulares, perturbaciones del sueño,
fatiga y rigideces matinales y a lo largo de la jornada, cefaleas, dismenorrea,
colitis, estados febriles, ansiedad-depresión, laxitud ligamentosa y tendencia
a padecer alergias.
Para poder tener una cierta garantía de diagnostico hemos de descartar otros
síndromes, como el lupus, la poliomiositis, hipotiroidismo e
hiperparatiroidismo, osteomalacia, polineuropatías diabéticas o los síndromes
de fatiga crónica y miofascial.
El tratamiento convencional actual es conservador (sintomático) e
individualizado, a base de antiinflamatorios, antidepresivos, relajantes
musculares, espasmolíticos, etc. Se están probando otros tratamientos con
oligoelementos, dietas, rehabilitación, ejercicio físico, etc. Pero la realidad
es que estos tratamientos son poco efectivos y, en la mayoría de los casos,
desesperantes para el paciente.
El Tai Chi-Qigong persigue relajar el cuerpo y la mente y lograr a la vez un
control consciente de la respiración. Estos ejercicios mejoran el equilibrio
del sistema nervioso autónomo, lo que en sí provocaría un alivio de la
sintomatología de la fibromialgia. Por todo ello hemos empezado a trabajar en
un programa de ejercicios de Ta Chi-Qigong dirigido a pacientes afectados por
la fibromialgia con los que se pretende aliviar el dolor y la rigidez
osteoarticular, controlar el insomnio y, finalmente, mejorar su estado de
ánimo.
El programa consta de sesiones semanales de una hora y media, y se pide a los
alumnos que intenten realizar una versión simplificada de la secuencia de
ejercicios cada mañana en su casa. Durante la sesión semanal practicamos
ejercicios de corrección postural, relajación, elongación de tendones y
fascias, vigorización y fortalecimiento muscular. También se masajean zonas
dolorosas y se trabajan técnicas de respiración para actuar sobre el sistema
nervioso autónomo. Estas prácticas se complementan con un trabajo de reeducación
cognitiva.
Frente a la
hipótesis de que la causa de la fibromialgia habría que buscarla en un
procesamiento anormal del dolor en el sistema nervioso central –
1 , el Dr.
Martínez–Lavin mantiene que se trata de una distrofia simpático-refleja
generalizada, opinión que compartimos –
2 . Sus conclusiones
son que el dolor es real y que su origen es neuropático.
El sistema nervioso autónomo regula las funciones del organismo, y está muy
relacionado con el estado emocional. En él se distinguen dos vías, la simpática
y la parasimpática. El equilibrio de ambas favorece la salud, mientras que su
desequilibrio provoca la enfermedad. En la fibromialgia se produce una
alteración del sistema nervioso autónomo, observándose una hiperactividad del
sistema simpático. Dicha hiperactividad podría ser la causa de la mayoría de
los síntomas, la contractura permanente, el insomnio y la fatiga.
A la vista de la sintomatología de la fibromialgia y teniendo en cuenta los beneficios
que nos aporta el Tai Chi -Qigong, podríamos decir que puede ayudar a reducir
los síntomas de la enfermedad. Por otra parte creo que todos los profesionales
de la medicina coincidimos en que lo único que parece demostrado que ayuda en
el tratamiento de la fibromialgia es el ejercicio físico moderado. Armstrong3-
constató que un grupo de pacientes mejoraban tras la realización de dos
sesiones semanales de Tai Chi-Qigong durante un período aproximado de dos meses.
Creemos que el colectivo de los pacientes
todavía está poco comprometido, ya que el seguimiento de los ejercicios en casa
es muy bajo. No obstante, los resultados son alentadores pues todos los pacientes
afirman notar una disminución del dolor y una mayor facilidad para dormir los
días siguientes a la sesión. Esto, por supuesto, como cualquier trabajo en
medicina y en Tai Chi, es modificable y mejorable.